CAPÍTULO IX - LAS NUEVAS HERRAMIENTAS TEORICAS

En los últimos treinta o cuarenta años, se produjo una poderosa transformación en las herramientas conceptuales y, en parte, metodológicas, de las ciencias contemporáneas. En estas tres o cuatro últimas décadas ha aparecido una constelación de categorías y conceptos que, si bien tienen algunos antecedentes en la historia anterior de las ciencias, han conformado una especie de complejo conceptual que está produciendo grandes transformaciones en la manera científica de entender la realidad. Esta nueva manera de entender la realidad no se refleja de una manera pareja en la literatura científica y, mucho menos, en las literaturas para-científicas, como los libros de la educación elemental y media, y los artículos en los diarios.

En este capítulo, voy a tratar de sintetizar tres grandes nuevos campos conceptuales que emergieron hacia fines de la Segunda Guerra Mundial, que son: (a) la teoría general de los sistemas; (b) la cibernética o teoría de los sistemas autorregulados; (c) la teoría de la información o informática.

Es importante que antes que nada, despejemos algunas confusiones. La primera confusión es la que liga a estos tres grandes campos conceptuales con las computadoras: especialmente cuando se habla de informática y de cibernética, todo el mundo tiende a pensar en computación. La segunda confusión es identificar a la cibernética con la informática. En realidad, se trata de tres nociones distintas surgidas en grupos distintos, aunque a veces vinculados, de pensadores alrededor de la época de la Segunda Guerra Mundial. Cada uno de estos grupos ha producido herramientas de pensamiento diferentes que se combinan entre sí, pero que no son las mismas; y creo que es importantes que ustedes puedan diferenciar entre unas y otras.

Entonces, se habla de sistema sociales, sistemas culturales y nadie sabe de dónde surge el concepto de sistema y qué tipo de categorías han trabajado aquellos que han elaborado la teoría de sistemas. Se habla de información y nadie sabe de dónde emerge el concepto de información y así sucesivamente. Y, lo que es peor, se confunde todo esto con el manejo de datos y procesos vía ordenadores y modelos de computación. Los ordenadores o computadoras actúan como acumuladores de información o memorias y procesadores de información; y también pueden actuar como organizadores de procesos, en la industria, en la administración pública y en muchos otros sistemas de actividades. Pero una computadora no es la cibernética, es una parte de ella; o, mejor dicho, es un producto material que ha sido hecho posible por las ideas surgidas en el campo de la cibernética. Pero la cibernética, la teoría de sistemas, la informática, también han generado toda una reconceptualización de muchos campos del conocimiento y uno de los campos donde más se ha dado y de manera más profunda dicha reconceptualización es la ecología.


Teoría General de los Sistemas

La Teoría General de los Sistemas ha sido propuesta en forma sintética por el biólogo alemán von Berthalanffy, que fue un crítico del paradigma clásico de la Biología, una de cuyas bases de construcción teórica era la división de los organismos en partes para su estudio, según el modelo cartesiano ‑de Descartes‑ que ya he mencionado. Von Berthalanffy planteó que lo más importante de un sistema viviente cualquiera, sea una célula, un organismo complejo, una población de individuos o un ecosistema, es el patrón sistémico; es decir, el conjunto de relaciones que ligan a las partes del sistema viviente, las reglas que rigen esas relaciones y las reglas que rigen las transformaciones de esas relaciones a lo largo del tiempo.

Esas reglas explican, por ejemplo, el crecimiento y desarrollo de un organismo. El crecimiento y desarrollo de un individuo está en parte determinado por su genotipo ‑es decir por la estructura genética hereditaria- y, en parte, por las cambiantes condiciones ambientales en las cuales se desarrolla la vida del organismo; y, además, está determinado por la interacción entre el genotipo o estructura hereditaria y el paratipo o ambiente o estructura ambiental. De esta última interacción emerge el fenotipo, que es la cambiante estructura que va adoptando el organismo a lo largo del tiempo, en un proceso que se llama crecimiento y desarrollo.

Von Berthalanffy planteaba que en las explicaciones características de la Biología clásica se escapaba lo más importante, que eran las relaciones entre las partes a las cuales se hacía aparecer siempre a posteriori en la explicación; cuando, en rigor, las relaciones entre las partes son las que tienen que aparecer primero porque nunca una parte es comprensible si no en las relaciones que tiene con las demás partes de esa totalidad que llamamos sistema. Entonces, para comprender una parte, un componente del sistema, necesito conocer en primer lugar qué disposición tiene con respecto a las otras partes del sistema, es decir los lazos estructurales formales. En segundo lugar, necesito conocer como funcionan mutuamente las partes, cada parte con respecto a la otra con la que se relaciona, qué efectos producen unas sobre las otras y las demás sobre cada una, es decir, comprender la estructura funcional. En tercer lugar, hace falta comprender cómo esa parte se va modificando en función de las necesidades y las finalidades de la totalidad.

Precisamente, este autor plantea que los sistemas tienen finalidades, algo que es completamente herético en términos de los cánones clásicos de la ciencia post-newtoniana. Nada tiene finalidad en términos de la ciencia clásica. En cambio, dentro del pensamiento filosófico de la Grecia clásica, tal como fue formulado por Aristóteles, existen cuatro tipos de causa: causas eficientes, causas formales, causas finales y causas materiales; de ellas la ciencia moderna solamente ha considerado las causas eficientes, donde a un determinado fenómeno F1 le sigue siempre otro fenómeno F2, siendo fenómeno denominado causa y el segundo efecto; y donde lo que determina el fenómeno F2 es el F1 que es temporalmente anterior. Pero el enfoque sistémico de von Berthalanffy, además de esta causa (F2), la causa eficiente, recupera la tercera causa aristotélica, la causa final (F3), un estado final adonde apuntan estos sistemas y que determina los sucesos previos.

Este punto de vista todavía hoy es bastante heterodoxo, incluso herético. Sin embargo, cuando se habla de sistema como totalidad se tiende siempre a introducir la finalidad del sistema. Por ejemplo, cuando un antropólogo social como Bartolomé (1984, 1985) habla de la estrategia de supervivencia de un grupo de pobres urbanos en la ciudad de Posadas, plantea que su estrategia apunta a mantener la máxima diversidad posible de respuestas para disminuir al mínimo la entropía total del sistema, disminuir al mínimo la incertidumbre, y esto obviamente es una finalidad; el sistema sociocultural actúa entonces como si tuviera una finalidad. Es claro que, con respecto a un sistema humano, se podría decir, que uno de los componentes del sistema es, precisamente, un conjunto de seres humanos que ponen proyectos y por lo tanto finalidades. Sin embargo hay una importante discusión dentro de la Biología acerca de si efectivamente la evolución biológica, como gran proceso en el tiempo, como gran proceso histórico de los sistemas naturales, tiene o no finalidades propias, tiene o no direcciones hacia las cuales apunta ese proceso.

De hecho, los evolucionistas generalmente hablan en términos de finalidades; por ejemplo, uno de los textos claves del evolucionismo biológico es El sentido de la evolución, de Simpson ( ). En general, se plantea que la evolución tiene un sentido; es decir, que se produce siguiendo ciertas líneas principales: hacia una mayor complejidad; hacia un mayor desarrollo del sistema nervioso; hacia una mayor capacidad para resistir a la brusquedad de los cambios ambientales; hacia una mayor capacidad de los sistemas vivientes para controlar su ambiente. Y recuerden que los sistemas socioculturales también son sistemas vivientes, si bien mucho más complejos que cualquier otro sistema viviente porque incluyen una diversidad mucho mayor de componentes; y estos sistemas vivientes que son los sistemas socioculturales apuntan hacia ciertas finalidades, como por ejemplo, controlar su ambiente: es decir desarrollar la capacidad para responder a las entradas de estímulos exteriores al sistema sin que estas entradas o estímulos exteriores al sistema lo destruyan.

El desarrollo de esta capacidad adaptativa, que es una de las finalidades de todo sistema natural, se basa en la incorporación a su interior de nuevos lazos estructurales, que tienen memoria de los impactos previos provenientes del ambiente. Por ejemplo, consideremos el caso de una comunidad agrícola andina, asentada en una zona montañosa donde todos los años llueve; entonces, este sistema agrícola de montaña se basa en cierto control sobre el agua que ríos y arroyos captan de las vertientes y de la lluvia, por medio de terrazas y canales de riego. Pero si, un año, las precipitaciones son notablemente inferiores al promedio, en ese año la mitad de los cultivos o más fracasan, porque las lluvias no han sido las previstas de acuerdo a la experiencia acumulada. Entonces, el grupo incorpora a su patrimonio tecnológico, tomándolos de algún grupo vecino, los estanques, las represas para poder juntar agua, donde acumulan agua de vertientes durante la estación seca para suplementar la que capta directamente de los ríos alimentados por las lluvias.

De ese modo, un imput exterior proveniente de un cambio ambiental, una oscilación ambiental brusca, fue recogida en la memoria del sistema sociocultural, mediante un componente material ‑la fabricación de represas‑. La fabricación de estanques incorporó mayor diversidad al sistema, pero esta diversidad se expresa como memoria: una de las expresiones de la diversidad es la memoria. La verdadera memoria es aquella que sirve para responder a cada vez más oscilaciones y variaciones en el ambiente del sistema: eso es una buena memoria.

Entonces, en la teoría general de los sistemas, se relacionan las finalidades del sistema con su estructura interior. Porque el sistema tiene finalidades es que su estructura cambia. Insisto en que la continuidad en el tiempo es la finalidad central de todo sistema, porque para poder existir ‑y seguir llevando adelante sus finalidades‑, el sistema tiene que conservarse a lo largo del tiempo. Pero para continuar a lo largo del tiempo, el sistema tiene que ser capaz de incorporar modificaciones estructurales interiores, novedades estructurales que le permitan responder a los impactos que le vienen del ambiente: para conservarse tiene que cambiar.

Por ejemplo, en cierto momento de la historia evolutiva de los vertebrados, algunos organismos incorporaron en su diversidad estructural algunos componentes y funciones que les permitieron responder a las diferencias térmicas exteriores y entonces pasamos de la situación estructural reptil a la situación estructural mamífero, del pattern reptil al pattern mamífero. La diferencia fundamental entre mamífero y reptil es que los mamíferos tienen incorporado en su estructura formal y funcional, elementos que le permiten mantener una cierta constancia de temperatura interior pese a los cambios de temperatura exteriores; pero esta innovación evolutiva, como la mayor parte de las innovaciones evolutivas de la historia biológica, ha reaparecido en la historia evolutiva cultural con la invención de las ropas, de la vivienda, y de la calefacción ‑que ocupan un lugar homónimo en la historia evolutiva cultural a la capacidad que tienen los organismos de los mamíferos de mantener constante su temperatura interior.

Todo sistema debe ser considerado como un sistema de componentes, como una totalidad con partes. A veces, por conveniencia, suele agruparse a las partes de un sistema en subsistemas. Entonces, se puede considerar a un sistema sociocultural como integrado por un conjunto de subsistemas, por ejemplo el subsistema social, el subsistema económico, el subsistema político, el subsistema cognitivo-simbólico y así sucesivamente. Esto sirve para comprender que los cortes de los sistemas son arbitrarios. Cuando yo estudio un sistema, defino un poco arbitrariamente tanto su límite como los límites entre subsistemas, en función de qué tipo de cosas quiero resolver, a qué tipo de problemas apunto.

En otras palabras, los sistemas no son entes reales, no tienen una realidad abstracta separada de mi presencia como sujeto de conocimiento. Los sistemas son definiciones establecidas por el sujeto que conoce y algo que suele olvidarse en la epistemología contemporánea de Occidente ‑una de la patologías de esta epistemología contemporánea, usando la expresión de Bateson ( )‑ consiste en confundir la cosas observadas con la descripción de la cosas observadas. La ciencia nunca hace descripciones objetivas de la realidad; o, mejor dicho, aquello que llamamos descripción objetiva es una convención sociocultural basada en códigos aceptados por consenso entre grupos de gentes. Lo único que podemos conocer y que sí conocemos efectivamente, es el proceso a través del cual conocemos: toda la ciencia es la descripción de los procesos de conocimiento y no la descripción de una realidad. Por supuesto que aceptar este cambio epistemológico implica una asunción muy humilde; toda la civilización occidental y probablemente toda civilización está construida sobre un acuerdo epistemológico profundo que es confundir nuestra capacidad operativa, es decir nuestra capacidad para formular conocimiento y desarrollar tareas basadas en esos conocimientos, confundir todo eso con la estructura de la realidad. Y de esa confusión derivan cosas tales como los desastres ecológicos, el peligro que todavía hoy sufre el planeta de ser totalmente destruido por una guerra nuclear y la disminución de la calidad de vida social.

Entonces, siempre un sistema está definido como un corte relativamente arbitrario de la realidad: esto es así porque siempre definimos al sistema a partir de las necesidades operativas que nosotros mismos tenemos. Dicho de otra manera, en un lenguaje ligado a la Sociología de la Ciencia, la ciencia no es ingenua, no tiene objetivos ingenuos; como sistema cognitivo, tiene objetivos determinados a partir de los objetivos sociales generales; y de estos objetivos sociales generales, a partir de estos objetivos sociales generales, es que se recortan ciertos sistemas en la realidad. El recorte de subsistemas en el interior de un sistema es tan arbitrario como el recorte del sistema mismo: cuando en el interior de un sistema sociocultural distinguimos los subsistemas adaptativo, económico, tecnológico, social, y así sucesivamente, estamos haciendo un recorte arbitrario. No es que la realidad esté constituida por sistemas sociales divididos en organización social y parentesco, economía, política, etc., sino que éstos son los recortes relativamente arbitrarios, pero basados en convenciones profundamente establecidas en la cosmovisión compartida por las comunidades científicas, que practicamos en el interior del objeto. Esto es absolutamente básico para cualquier comprensión científica, tan básico que habitualmente los manuales no lo comentan, pese a que, a lo largo de la historia de la Antropología Sociocultural, ha habido cortes de las culturas y de las sociedades, muy distintos de los que hoy usamos.


Metasistema y ambiente

A veces se llama metasistema a todo aquello que está afuera del sistema considerado. Este concepto constituye una gran abstracción, pero sirve para definir mejor al ambiente. El ambiente de un sistema es el sistema formado por el conjunto de componentes del metasistema que cumplen un papel funcional importante para la continuidad del sistema que estamos considerando. Al hablar de un papel funcional importante, se hace referencia a componentes exteriores al sistema que producen entradas, los influjos capaces de producir cambios en el sistema considerado, que puedan poner en peligro su continuidad en el tiempo y, eventualmente, llevarlo a su destrucción. Entonces, ambiente es aquel sistema con el cual interactúa el sistema considerado, de tal manera que, en esa interacción, nuestro sistema de trabajo debe irse transformando a sí mismo para seguir existiendo. La interacción entre un sistema y su ambiente constituye uno de los factores determinantes en la dinámica de los sistemas.

Como observé antes, al considerar un sistema, se lo suele representar como compuesto por un conjunto de subsistemas. Los subsistemas son conjuntos complejos de partes, de rasgos según la terminología clásica de la Antropología: y ésta es la estructura formal del sistema. A su vez, estas partes están relacionadas entre sí, y este conjunto de relaciones entre las partes del sistema constituye la estructura funcional del sistema. Finalmente, el sistema como un todo se relaciona con otros sistemas que pertenecen a aquello que llamamos ambiente, está formado por todos aquellos componentes del metasistema ‑de aquello que está más allá del sistema‑, donde articuladamente, es decir sistémicamente, todos estos componentes del ambiente emiten influjos sobre el sistema considerado, a los cuales el sistema responde. Cuando el sistema responde al ambiente, se transforma, porque no puede responder al ambiente sin modificar sus partes y las relaciones entre sus partes: de hecho, en toda respuesta al ambiente, un sistema debe reestructurarse. Es decir que cualquier influjo exterior al sistema va a producir modificaciones en las relaciones; por ejemplo, puede desaparecer un lazo o aparecer un tipo de lazo nuevo o un componente nuevo que se entrelaza con otros componentes previos del sistema. Este proceso es la dinámica del sistema, que le permite responder al ambiente. Además, al responder al ambiente, el sistema refuerza su identidad. El concepto de identidad es uno de los conceptos clave en Antropología Sociocultural, que habitualmente está muy mal definido; como veremos en los últimos capítulos, los modelos sistémicos permiten una aproximación más procesual al problema de la identidad, menos estática y más articulable con los conceptos vinculados al cambio sociocultural.


Teoría de la información

Bateson ( ) define a la información como una diferencia que desencadena otra diferencia.

Por qué decimos que en esta clase se transmite información?. Pues porque pronuncio un discurso articulado dentro del cual se pueden percibir diferencias articulatorias orales y escritas en el pizarrón que desencadenan diferencias a la manera de texto escrito por los alumnos en un papel, diferencias en cuanto a contrastes entre ideas y nociones, o en nuevas conexiones neuronales en sus cerebros. Esto es una información: cualquier diferencia que desencadena una diferencia. Así, el contraste que hay entre una ventana y una pared, en la medida que desencadena una diferencia en nuestra percepción, es una información y los sistemas socioculturales funcionan porque hay una infinidad de diferencias constantemente emitidas que son recibidas por los receptores ‑seres humanos‑ como nuevas diferencias que nunca son las diferencias originales, porque es obvio que una imagen mental del contraste entre una ventana y una pared no es el contraste que hay entre la ventana y la pared. Por supuesto que las cadenas informáticas son muy complejas, porque hay intermediarios: por ejemplo, el cerebro, las cadenas neuronales, los sentidos, etc.


Percepción

La información circula a lo largo de cadenas integradas circuitos. El primer paso de la cadena es la percepción. La información se da en todo tipo de sistemas naturales. Por ejemplo, cuando sale el sol, empieza a aumentar la radiación térmica en la atmósfera y entonces el agua empieza a calentarse y eventualmente puede evaporarse; cuando hay un estímulo emitido que desencadena una diferencia en un receptor, hay una información: el sol es emisor de información con respecto al agua de la tierra que actúa como receptor.

Dentro de la teoría de la información hay otros dos conceptos muy importantes: redundancia y ruido.


Redundancia

Redundancia es la repetición de diferencias emitidas. Pero muchas veces las repeticiones no constituyen reiteraciones de los mismos pares de elementos contrastados, sino sucesiones de contrastes análogos entre pares de componentes distintos. Si yo comparo, por ejemplo, las relaciones estructurales que existen entre los pobres de la ciudad de Posadas y la sociedad nacional argentina con las relaciones estructurales que existen entre los comerciantes de origen campesino de La Cancha y la sociedad boliviana, y finalmente comparo estos dos pares con el par formado por el sistema sociocultural de los ancianos en una plaza de la ciudad de Buenos Aires y el sistema urbano en general, y así sucesivamente, estoy haciendo redundancia, estoy estableciendo un caudal de información que me permite intentar formular una teoría sobre la sociedad compleja.


Ruido

Otro concepto importante es el de ruido. Ruido es todo aquel componente del sistema que interfiere en el lazo que hay entre la primera y la segunda diferencia. Cuando más ruido hay en un sistema, más redundancia debe haber para que la información se trasmita. Es muy corriente que cuando un sistema sociocultural simple se va integrando cada vez más en el interior de una sociedad compleja, las instituciones dominantes de esta sociedad compleja emitan poderosos ruidos, como influjos ambientales, sobre el sistema simple, sobre el sistema local. Por ejemplo, cuando se instala en una zona rural andina una escuela con un comedor escolar donde se come fideos, y otros alimentos industrializados, habitualmente de bajo contenido nutricional, esto constituye un ruido sobre los canales de información locales, que incluyen una preferencia por un conjunto de alimentos producidos localmente u obtenidos a través del intercambio directo con gente de otras localidades ubicadas en zonas ecológicas diferentes. El sistema escolar, a través de sus comedores, genera un ruido que altera los lazos informáticos locales, especialmente los que relacionan a una producción agro-pastoril altamente diferenciada y complementaria, con un hábito de consumo alimenticio que incluyen una importante variedad de componentes y contenidos nutricionales.

En este ejemplo de información, en el interior de un sistema sociocultural simple agro-pastoril -los pastores de puna-, la producción agro-pastoril diferenciada en la puna -quinua, papa, charqui, etc.‑, constituye un conjunto de diferencias que producen diferencias redundantes en los receptores, y que se fijan en su memoria de comportamientos, como hábitos alimenticios altamente diferenciados. Cuando se instala la escuela como un imput del ambiente sociocultural complejo en los sistemas socioculturales locales, una de las informaciones que lleva la escuela se emite bajo la forma de comedores escolares, en donde la comida está basada en alimentos industrializados; nueva información, nuevas diferencias que producen otras nuevas diferencias, que constituyen ruido con respecto a la información preexistente. Entonces, el ruido también es información, pero es una información que se emite de tal manera que bloquea canales informáticos previos. Y cuando se produce esta información como ruido, el sistema local muchas veces se defiende generando redundancia en su interior. Por ejemplo, a través de proyectos culturales indianistas, como el PIRCA (Proyecto de Integración y Rescate de la Cultura Andina), un grupo con sede principal en Tilcara, que insiste sobre la importancia de los cultivos nativos como parte del alimento y ese aumento de la redundancia hacia el interior del sistema sirve para compensar los efectos del ruido.


Cibernética

La cibernética es la tercera gran corriente de nuevas ideas, conceptos y construcción teórica aparecida después de la última guerra mundial. En las explicaciones científicas más clásicas, siempre se dice que los fenómenos están ligados por lazos unidireccionales.

La cibernética es la teoría que explica las relaciones que existen entre fenómenos que no están ligados por relaciones causales uno a uno, y de ida, sino por relaciones circulares o de feedback, o retroalimentación como se suele traducir a este término. Según Bateson ( ), la mente humana es una gran red de relaciones circulares o circuitales. La conciencia humana funciona como una pantalla donde solamente aparecen arcos de estos círculos que forman la construcción mental. La ciencia, al estar basada en la conciencia, ha elaborado sus sistemas descriptivos en base a los arcos de círculos; es decir, relaciones causa‑efecto que parecen ser lineales y sin retorno, pero que son trozos lineales de relaciones circuitales con retorno.


Síntesis

En este capítulo, se presentó un panorama general acerca de las tres grandes nuevas corrientes de explicación y modelización teórica que se aplican en la ciencia contemporánea: Teoría de Sistemas, Teoría de la Información y Cibernética. Recordemos que, desde el punto de vista de la Teoría de Sistemas, la gran novedad explicativa ‑aunque no es una novedad absoluta‑ con respecto a lo que había sido dominante en la ciencia de los últimos dos siglos, es el enfoque de la totalidad como más importante que el de las partes. Efectivamente, durante todo el desarrollo de la llamada ciencia occidental durante los últimos dos o tres siglos, se le había dado más importancia a las partes que al todo: la regla metodológica planteada por Descartes era dividir cualquier problema en tantas partes como fuera posible, hasta encontrarse con unidades mínimas de explicación. La Teoría de Sistemas rescata una posición metodológica distinta, que es la de considerar al todo como más importante que las partes y se propone explicar a las partes en función de la totalidad: comprender cualquier parte o cualquier problema, en sus interrelaciones con otros problemas, con otras partes en totalidades mayores. Así en antropología sociocultural, hoy nos interesa comprender los sistemas socioculturales locales en sus relaciones con otros sistemas y con las instituciones dominantes de la sociedad compleja mayor. Esto sería el núcleo del punto de vista sistémico. Este es un punto de vista que aparece como ineludible en prácticamente cualquier tipo de explicación sociocultural contemporánea. También los arqueólogos suelen adoptar puntos de vista sistémicos: contrariamente a lo que suceda años atrás, cuando se daba mucha más importancia a los aspectos artefactuales, a los rasgos materiales individuales descubiertos en los yacimientos, hoy se les da importancia al contexto por sobre el hallazgo puntual.

El segundo componente teórico que vimos en este capítulo es la Teoría de la Información, donde lo que interesa como emergencia es la aparición de la explicación de las relaciones funcionales en términos de flujo de información además de flujo de energía. Recuerden que cuando planteamos la noción de estructura, dijimos que ésta tiene dos aspectos: el aspecto formal, que es el conjunto de las partes y su disposición, y el aspecto funcional, que son las relaciones que existen entre las partes; pero las relaciones que existen entre las partes de un sistema pueden ser vistas desde el flujo de energía o bien, desde el flujo de información. Dice la Teoría de la Información que en todo sistema existen canales por donde circula la información y que ésta no es algo material, aunque tiene vehículos materiales que permiten el procesamiento de las diferencias: emitirlas, recibirlas, desencadenar nuevas diferencias, almacenarlas. A partir de la diferencia emitida por un emisor, el receptor construye otras diferencias y en el caso humano elabora imágenes mentales, que no son materiales, ni energéticas en sí mismas, aun cuando necesitan un soporte energético, porque sin el cerebro ‑principal soporte materio‑energético de la información humana‑, no podría existir la mente, que es un estructura informática. Pero la mente no es el cerebro sino que es el conjunto de conexiones neuronales, que adoptan una configuración característica. El cerebro es el soporte materio‑energético de la información mental.

Un problema importante es establecer cuál es el lugar que le corresponde a los datos en este marco teórico. En efecto, la ciencia funciona organizando datos acerca de un aspecto de la realidad, buscándoles explicación en el interior de un marco teórico. El dato es una forma de organizar la información. Es información almacenada en una memoria.

El tercer campo presentado en este capítulo es la Cibernética. Contrariamente a lo que sucede en las perspectivas científicas más clásicas, en donde se privilegia los lazos causales lineales y unidireccionales causa‑efecto, en los modelos cibernéticos se pone énfasis en la circularidad de las cadenas causales, donde todo efecto aparece como causa de un nuevo efecto y donde cada agente causal original ocupa al final de cierto circuito el lugar de un nuevo efecto (Fig. 29). De ese modo, la causa siempre es efecto en una cadena circular.

Para aclarar este problema, utilizaré un ejemplo tomado de los pastores de puna de los Andes Centrales (Rabey y Merlino 1988). Si consideramos un ecosistema muy simple de pastoreo, formado por un animal herbívoro ‑la llama‑ y los pastos de los cuales ésta se alimenta, los pastos funcionan como los productores primarios del sistema y la llama como el productor secundario. Los productores primarios son las plantas que se nutren de los suelos, agua y energía solar. Si analizamos la relación que existe en este sistema entre productores primarios ‑los pastos‑ y secundarios ‑la llama‑, se observa que, al aumentar la cantidad de llamas, aumenta la intensidad de pastoreo. al haber más llamas, éstas comen más y, por lo tanto, el pasto disminuye. En este lazo entre dos componentes, al aumentar uno disminuye el otro; entonces tenemos una lazo de alimentación (feed) inversa. Pero a continuación, al disminuir los pastos, hay menos alimento para los animales, que enflaquecen y ven debilitada su resistencia a las enfermedades, con lo cual la cantidad de llamas también disminuye. En este segundo lazo entre los dos componentes, el lazo de retorno, al disminuir uno, también disminuye el otro; entonces tenemos un lazo de alimentación (feed) directa.

En el ejemplo, cuando aumentan las cantidades del primer componente del circuito (Ps, llamas) disminuyen los del segundo (Pp, pastos); pero al disminuir éstos disminuyen los primeros; entonces, al disminuir las llamas, aumentará la cantidad de pastos, lo cual permitirá aumentar nuevamente la de llamas; y comenzará nuevamente la secuencia inicial. Este tipo de circuitos cibernéticos, en los cuales se combina un lazo de alimentación directa con otro de alimentación inversa es lo que se llama un circuito de retroalimentación negativa. Si estos circuitos de retroalimentación negativa no existieran en la naturaleza, la naturaleza misma no existiría; y, entonces, tampoco existiríamos nosotros, los seres humanos. En efecto, estos circuitos que se retroalimentan negativamente permiten el mantenimiento de la homeostasis, que son las oscilaciones de determinadas variables alrededor de una media.

En la teoría ecológica contemporánea (por ej., Margaleff 1968) y, en general, en todo modelo donde se combina teoría de sistemas con cibernética, se sostiene que a medida que aumenta la cantidad de componentes incluidos en circuitos de retroalimentación, especialmente negativa, aumenta la estabilidad del sistema porque aumentan los controles que permiten evitar las grandes desviaciones en ciertas variables. Entonces por ejemplo, citando un ejemplo del etólogo Konrad Lorenz ( ), en las sociedades más simples hay grandes limitaciones a los efectos de la guerra porque cualquier daño a otro ser humano a causa de una agresión es inmediatamente visible para el agresor: esto, como lo indican los testimonios etnográficos, inhibe rápidamente la acción agresora. Ello no ocurre en las guerras modernas, con una tecnología bélica altamente sofisticada: así, miles y hasta cientos de miles de personas ‑como ocurrió en Hiroshima y en Nagasaki‑ pueden ser muertas o sufrir graves daños físicos por la acción a distancia de un solo agresor o de un pequeño puñado de ellos, antes que éstos tomen conciencia de las consecuencias de su comportamiento y que los mecanismos etológicos de inhibición puedan actuar. Es decir, que la ferocidad de la guerra contemporánea tiene bases etológicas, está fundamentada en aspectos bioculturales del comportamiento humano, que a su vez son explicables solamente mediante lazos causales circulares y no lineales.

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El menor de los cuatro hijos de Benito Rabey y Dora Loyber, nací el 2 de abril de 1949. Trabajé desde los 16 años: asistente en un estudio jurídico (1966-1967), gerente de un grupo de industrias culturales –Manal, Mandioca, Mano Editora, Mambo Show- (1968-1970); artesano (1971-1972). Estudié Antropología en la Universidad de Buenos Aires (1972-1976); he sido docente e investigador universitario -desde ayudante de segunda hasta profesor titular, en diversas Universidades de Argentina y del extranjero, profesor de cursos de postgrado sobre ecología humana, evolución, multiculturalismo y estudios latinoamericanos, investigador científico , consultor en proyectos de organizaciones internacionales, nacionales, empresariales y sin fines de lucro. Formación Postdoctoral: Universidad de Texas en Austin - Comisión Fulbright (1990). Padre de cinco hijos: Pablo (34), Eva (32), Adriana (28), Lucía (26) y Nahuel (12).